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La cuarentena ha traído consigo muchas dificultades en la cotidianidad de los habitantes de esta ciudad, pero hay mujeres que además de ello están sufriendo un doble padecimiento: “la violencia que no da tregua en sus hogares”; algunas de ellas están confinadas con quienes pueden hacerles más daño que el virus, sus agresores.

La violencia de género en Barranquilla se ejerce mayoritariamente en el espacio privado. Así lo deja en evidencia la Corporación Sisma Mujer, en su Boletín Especial No.20. “Comportamiento de las violencias contra las mujeres en el Marco de la pandemia del COVID-19”, y lo detalla el instituto nacional de salud en su informe III acerca de la violencia intrafamiliar en el país, en donde el 80,9 de los casos tienen a las mujeres como victimas centrales en estos tiempos de confinamiento.

 

Las consecuencias de la violencia para la salud de las mujeres, pueden ser inmediatas y agudas, duraderas, crónicas o mortales. La Organización Mundial de la Salud detalla que cuanto más grave es el maltrato en la vida de las mujeres, mayores son las repercusiones sobre la salud física y mental de ellas. Además, esas consecuencias pueden persistir mucho tiempo después de que haya cesado el maltrato. Las consecuencias de la violencia tienden a ser más graves, cuando las mujeres sufren más de un tipo de violencia (por ejemplo, física y sexual) o episodios repetidos con el transcurso del tiempo.

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La pérdida del trabajo, la inestabilidad económica y la ansiedad pueden generar en los maltratadores una sensación de pérdida de poder, que puede elevar los comportamientos abusivos, la frecuencia y la severidad de la violencia en casa. 

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“Me controla, me suplanta en el móvil, hace tres años me aisló de mi familia. Durante esta cuarentena estoy viviendo una pesadilla terrible, de la que no veo la hora de despertar, he vomitado hasta sangre, creo que en cualquier momento me mata”                            

                                    Zulma, 45 años, Barrió Boston, confinada con su agresor hace 30 días

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La violencia de género en cuarentena ha generado un aumento de las situaciones de riesgo en la vida de las mujeres de Barranquilla, en donde muchas de ellas han sufrido violencia física, sexual, psicológica, verbal y económica sin  hacerlas públicas.

 

Para Estefany Mosquera, Licenciada en Ciencias Sociales y Coordinadora de la Red de Mujeres Jóvenes del Atlántico, una organización de la sociedad civil que acompaña a mujeres víctimas de estas violencias en la ciudad, señala que las mujeres que viven este tipo de episodios no denuncian a su agresor por miedo a más represalias, amenazas o que otro miembro de la familia viva tal experiencia. Algunas no lo hacen, porque no confían en las rutas propuestas por los gobiernos locales o por miedo a vivir un segundo momento de violencia; ya sea por inexperiencia de los funcionarios con este tipo de casos –en donde muchos ponen en duda lo relatado por ellas, generándoles aumento del estrés, ansiedad y hasta episodios de intentos de suicidio ante un posible linchamiento a las víctimas- o a causa de la escasa efectividad en la judicialización de los agresores.

           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En Barranquilla, el último informe de la comisaria de familia presenta un panorama que merece especial atención, de los 263 reportes, 110 mujeres denuncian que vivieron episodios de violencia física, verbal y psicológica; 87 casos incluyeron violencia verbal y psicológica, 27 violencia física, verbal y económica; 18 violencia física; 4 de ellos violencia sexual; 3 violencia física y psicológica, y 1 violencia psicológica y económica.

 

El informe también presenta el rango de edad de las mujeres que solicitaron acompañamiento, de ellas 177 tienen entre los 18 y 50 años; 63 están entre los 18 y los 30 años; 12 entre los 0-17 años. Y  11 de ellas, decidieron no aportar esa información.

 

Las localidades más afectadas son, el Suroriente con 154 denuncias reportadas; seguida de la localidad Suroccidente con 51 casos; la localidad Metropolitana con 42; el Norte Centro Histórico con 10, y la localidad Riomar con 6 casos.

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Para la portavoz de la Red de Mujeres del Atlántico, la disminución de las denuncias formales hacia los agresores en estos tiempos de cuarentena, no es garantía para decir que las cifras de violencia no están en aumento. A su manera de ver, ello es una consecuencia de que muchas mujeres no pueden salir de sus hogares, alertar a sus vecinos o hacer llamadas a las entidades correspondientes, porque ellas en su mayoría están en contacto permanente con su agresor y sus redes de apoyo se hacen más limitadas. Eso sin contar que al actual contexto se le suma el miedo que tienen las mujeres al contagio del COVID-19, que sería en este sentido un freno para que ellas lograran pedir ayuda a personas fuera de su entorno familiar.

 

Otro detalle por mencionar, es que la crisis sanitaria está generando barreras adicionales para que las víctimas/sobrevivientes no  accedan de manera ágil y eficaz a los servicios esenciales que les puedan salvar la vida, más ante el hecho de que las instituciones de salud, policía y de justicia están sobrecargadas enfocando sus operaciones en la respuesta al COVID-19, mientras que los servicios brindados por las organizaciones de sociedad civil, también enfrentan dificultades para brindar servicios por las mismas restricciones.

 

La ONU Mujeres señala, que la violencia en casa afecta en promedio a una de cada tres mujeres a lo largo de su vida, y puede desencadenar impactos negativos en los hogares en donde hay niñas, niños y adolescentes, que sean testigos de este tipo de episodios, los cuales les dejaran secuelas como estrés postraumático, depresión, ansiedad, violencias heredadas e impactos a largo plazo en su desarrollo social, físico e incluso intelectual.

 

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Al respecto, la psicóloga Ingrid Mercado, especialista en vigilancia epidemiológica de eventos de salud mental, afirma que el 55% de los niños, niñas y adolescentes durante éste confinamiento presentan altos cuadros de estrés, miedo, tristezas e incluso intentos de suicido, ya que muchos de ellos al no contar con redes de apoyo o actividades de distracción como la escuela o amigos, están más expuestos a las violencias físicas, sexuales y psicológicas por parte de uno o más agresores en casa.

VIOLENCIAS EN PRURAL

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La arenosa es la ciudad con más altas cifras de violencia, reportadas por estos días de encierro en la región caribe colombiana. Pero la preocupación generalizada no termina allí, en el país a la línea 155 de la policía se reportan a diario cada 31 minutos una agresión de violencia de género, y cada 12 una llamada de auxilio de alguna mujer reportando a su actual pareja o ex pareja por violencia intrafamiliar.

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“El confinamiento aviva detonantes en casa, situaciones de inseguridad y reducción de lugares refugio en donde puedan acudir  muchas de las que  hoy están aisladas. Esta crisis es terrible, para muchas de ellas, la declaración de confinamiento obligatorio es una sentencia de tortura o incluso de asesinato”, señala la Socióloga Andrea Villamizar.

El peligro inminente de las mujeres por estos días de confinamiento, es motivo de preocupación para la ‘Sala situacional mujeres víctimas de violencia de género’ del ministerio de salud, entidad que también advierte que las mujeres son el grupo poblacional más propenso a sufrir violencias de todo tipo al interior de los hogares. En este punto se ha reportado un incremento de un 76,47 % de las denuncias por delitos sexuales, eso sin contar que muchas de ellas -víctimas- asumieron en esta etapa la mayoría de las cargas del hogar.

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Según información proporcionada por ONU Mujeres Colombia, cada llamada telefónica es la evidencia de lo latente de esta emergencia.  La entidad afirma, que entre marzo y abril se incrementaron en un 161% los reportes de violencia hacia las mujeres, con relación al mismo periodo del año pasado.  

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Lo que quiere decir que con el confinamiento muchas mujeres no pueden evitar las violencias en casa, y algunas se ven sometidas a vivir largos períodos de exposición a riesgo con sus victimarios, quienes incluso quieren controlarles hasta la movilidad al interior del hogar.

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A comienzos de abril, el secretario general de la ONU hizo un llamado a los gobiernos latinoamericanos para que adoptaran medidas que ayuden a afrontar esta crisis, causante de poner en riesgo a tantas mujeres. Hoy, ante el escenario de crisis integral que vivimos, se evidencian mayores dificultades para protegerlas en esta etapa de confinamiento, ya que esa idea de hogar como lugar seguro se desvanece con el paso de los días y el aumento de los casos en seguimiento ante las entidades oficiales y de la sociedad civil.

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Es cierto que las violencias dirigidas hacia las mujeres aumentan en tiempo de crisis, pero lo que sucede en Colombia es alarmante, cifras del  Observatorio Colombiano de las Mujeres, una entidad adscrita a la vicepresidencia de la república que hace seguimiento a estos casos, reporta que entre el 25 marzo y el 7 de mayo hubo 5854 llamadas a la línea de emergencia 155 que tiene disponible la Policía para denunciar algún tipo de agresión, de ellas 4385 corresponden a violencia intrafamiliar mientras estaban confinadas en su hogar.

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Es cierto que las violencias dirigidas hacia las mujeres aumentan en tiempo de crisis, pero lo que sucede en Colombia es alarmante, cifras del  Observatorio Colombiano de las Mujeres, una entidad adscrita a la vicepresidencia de la república que hace seguimiento a estos casos, reporta que entre el 25 marzo y el 7 de mayo hubo 5854 llamadas a la línea de emergencia 155 que tiene disponible la Policía para denunciar algún tipo de agresión, de ellas 4385 corresponden a violencia intrafamiliar mientras estaban confinadas en su hogar.

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Uno de los hallazgos que más sorprende, es que el 76 % de los casos de violencia en los hogares de las mujeres colombianas son infringidos por un miembro de la familia. De esas agresiones, tan sólo 355 no provenían de un familiar, sino de un tercero que vive bajo el mismo techo junto a ellas. En 199 ocasiones, el violento le hizo daño físico a la mujer (lesiones personales); en 177 de ellas, quien llamó sintió ser víctima de alguna agresión psicológica; 74 por ocasión de amenazas; 1 por motivo de inasistencia alimentaria y otra por injuria.

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Los casos más graves terminaron en tragedia. La Fiscalía nacional informó, que durante la cuarentena han contado 19 víctimas de feminicidio en el país. Se han radicado 4385 denuncias de violencia intrafamiliar, y de ellas 1.407 corresponden a violaciones.  Cada 25 minutos se denuncia un feminicidio y cada 21 minutos una denuncia por delito sexual. Ante el anterior panorama, el departamento del Atlántico entre el 25 de marzo y el 13 de abril reportó a medicina legal, 166 casos de violencia hacia las mujeres, de los cuales su capital Barranquilla tiene el 80% de los casos.

Antes de la cuarentena, los fines de semana eran los días en los que las mujeres eras víctimas de ataques, precisamente cuando ellas estaban compartiendo con su familia de su tiempo libre. Y esa violencia era más frecuente entre 4 de la tarde y 11 de la noche. Ahora con la cuarentena por COVID-19, para quienes el fin de semana era un horror, les toca vivir más de lo mismo, durante toda la semana. 

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LOS RETOS

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Una de las más grandes dificultades que existe hoy, es la poca implementación de mecanismos integrales que impidan que las mujeres sean asesinadas en sus casas durante este período de confinamiento, y que de implementarse las denuncias, la ley condene de manera ejemplarizante cada caso para  que los agresores no se abriguen en la impunidad.

 

Por lo anterior, es importante preguntar de manera permanente a los entes territoriales locales y nacionales más allá de la recepción de las llamadas; ¿A cuántos casos actualmente se les está haciendo seguimiento luego de las denuncias?, ¿será que los 14.000 millones que entregó el ministerio de salud en la resolución 495 para atender los casos de violencia intrafamiliar, destinados para brindar auxilio, alimentación, atención psicosocial y transporte a estas mujeres, están siendo implementados correctamente?,  tambien ¿Cuándo acabara esta normalización de la violencia?

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Las llamadas de auxilio continúan y son el más claro testimonio que esto es latente en la vida de las mujeres Barranquilleras. 

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