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LA CONVERSACIÓN

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Con la llegada de la pandemia del Coronavirus, muchos hogares en esta ciudad anfibia y caribeña se han convertido en el epicentro de un sin número de peligros, que se hacen presentes entre agresiones físicas, sexuales, psicológicas y hasta financieras en la vida de muchas mujeres de esta ciudad. La casa de los colombianos y hogar cosmopolita de las migraciones mundiales, alberga en sus instalaciones una realidad que trasciende la aparente fachada de la ciudad alegre, con puerta de oro y ventana de cristal, ésta es una ciudad en donde se ha normalizado la violencia hacia las mujeres y en el peor de los casos se han minimizado los feminicidios.

La violencia hacia las mujeres en la ciudad no es una epidemia transitoria, lo que sucede en Barranquilla es un problema de salud pública notable y con casos en verdad alarmantes, al punto, que los más graves terminaron en tragedias. Basta con leer los reportes de medicina legal, los informes de riesgo de la defensoría del pueblo, y las noticias divulgadas por los medios locales de enero a marzo de este año, para notar que lo que sucede aquí no es una contingencia por confinamiento, la situación actual de la ciudad es una emergencia urgente y debería alarmarnos a todas y todos.

 

Casos de feminicidio previos al confinamiento:

El 23 de enero la ciudad despertaba con una noticia que helaba todos los titulares de los medios locales: “En un arroyo del barrio Las Malvinas al sur occidente de la ciudad sobre las 10:30 de la mañana, en la calle 98 con carrera 6S, fue encontrado el cuerpo sin vida de Angie Marcela Acosta Crespo de 16 años, dentro de una cava de icopor, envuelta entre los desechos del arroyo que atravesaba este barrio”. (Titular ilustración). El feminicida de 32 años, reconoció ante agentes de la SIJIN haber cometido el feminicidio, por lo que fue conducido a la URI de la Fiscalía para su respectiva judicialización.

 

VIOLENCIAS A DOMICILIO

 

La presente contingencia sanitaria tiene un impacto directo en la vida de las mujeres de esta ciudad, quienes conviven en este período de confinamiento con sus mayores agresores o en el peor de los casos, aunque algunas no los tienen ni de vecinos, estos llegan a intranquilizarlas por estos días aprovechando que muchas de ellas están cumpliendo con la cuarentena obligatoria. Este es el actual drama de gran parte de la población femenina en la ciudad.

 

“Andrés y yo nos conocimos en la universidad, durante 5 años fuimos novios, decidí separarme de él porque noté que era muy agresivo cuando ingería alcohol. Volví a casa de mis papás hace 8 meses y hace dos meses él se apareció borracho en la casa pidiéndome que volviéramos. Yo me negué de inmediato. Mientras me distraje saco una navaja del bolsillo y me corto el cuello y el rostro, hoy tengo la cara desfigurada, la verdad eso no me importa, sólo quiero no verlo nunca más”

                               Ingrid, 29 años, Barrio el Prado (En terapia psicológica)

 

Es importante señalar que este tipo de violencia ejercida en la ciudad, es sistemática y que históricamente se ha establecido como normal, a pesar de que éstas atentan en contra de la vida e integridad de las mujeres/. De ellas muchas no denuncian, otras no tienen telefonía móvil o luz en sus hogares- esta  pandemia tiene en crisis a la ciudad y el país- sin medidas y hasta sin personal para lidiar con esta urgencia de salud pública tan importante- afirma Estefany Mosquera, portavoz de la Red departamental de Mujeres Jóvenes del Atlántico.

 

 Suicidios y feminicidios: Una deuda pendiente con la historia.

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Se denomina feminicidio a la eliminación física de las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Esta es una de las violencias más silenciosas en el país. En lo que va corrido del año, se han reportado 76 feminicidios, 26 de ellos durante la cuarentena, una cifra bastante alta si notamos que apenas vamos en el quinto mes del año. El 81 % de éstos tuvieron lugar en zonas urbanas y 19% restante en zona rural. Para el ‘Observatorio de Feminicidios de Colombia’, una organización civil que hace seguimiento a estos casos, es importante resaltar que los feminicidios en la sociedad colombiana se revisten de una aceptación cultural que se confirma en la impunidad en la que muchos están sumidos.

 

Por otro lado, están las altas cifras de suicidios en el país que del 2016 al 2019 fueron de 10.127 personas; de este total, 1892 fueron mujeres, es decir el 18,68%. Ahora, es importante destacar que en 2020 van 6.809 intentos de suicidio en donde el 63% de los casos que corresponden a 4292 individuos, son mujeres. Entre los factores que desencadenan estos episodios se destacan: conflicto con la pareja o ex pareja, en segundo lugar los problemas económicos y en tercer lugar maltrato físico psicológico o mental.

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Para el Observatorio de feminicidios de Colombia, esa delgada línea entre el feminicidio y el suicidio se ha convertido en una estrategia de evasión e impunidad de los sujetos feminicidas. Quienes luego de asesinar son vistos por la sociedad con aparente normalidad, ante los ojos de quienes transitan esa cotidianidad, sin sonrojarse.

Lo cierto es que en Colombia los feminicidios nos alarman, pero la violencia sistémica hacia las mujeres tal parece que en ocasiones jerarquizara nuestra indignación y capacidad integral de respuesta.

 

Una de las más altas dificultades que existe hoy, es la poca implementación de mecanismos integrales que impidan que las mujeres sean asesinadas en sus casas durante este período de confinamiento, y que de implementarse las denuncias, la ley condene de manera ejemplarizante cada caso para  que los agresores no se abriguen en la impunidad.

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